miércoles, 10 de julio de 2013

La clave de Pem



"El verdadero asunto, el verdadero desafío, 
es que la decodificación de un enigma conlleva a su respuesta, 
aunque esto suele costar más que desovillar una bola de alambre de púa"
Otto Schrümann, circa 1876


Clovis Pem se despertó como todos los días en ese entrepiso sucio que ocupaba en la barriada honestamente miserable en la que vivía, la parte bohemia de una antigua Berlín, otrora dominada por uno de los regimenes que pasarían a la historia como opresivos, propagandísticos, imperiales. Como buen bohemio supo reutilizar la lata de garbanzos, abierta hacía tres días y con moscas revoloteándole alrededor, para terminar de consumirla. Semidesnudo como estaba miró por sobre el ventanal hacia el horizonte gris y fabril que se expandía ilimitadamente. Rascándose sin asco la cabeza de cabellos cortos llegó hasta la mesa de pata renga, donde una nota de su cohabitante y ocasional amante le esperaba casi chillando desde el papel.

"Clovis: si no vendes nada de lo que pintas la próxima vez que hagamos el amor será la última. El sexo no paga las cuentas, cariño. Con amor, Gundula"

Clovis largó un amplio quejido. Se había visto venir una nota como aquella, pero todavía no, todavía no lo esperaba. Pintaba desde hacía unos seis años y apenas si había ganado una que otra moneda como pintor en todo aquel tiempo; una exposición en una galería a medio demoler, solo tres ventas de tres cuadros... y no era que no se esforzara. Era solo que los malditos pintores salían de cualquier antro o de la rendija menos esperada, especialmente en Berlin. Hacía seis años que vivía entre trabajos temporales, viviendo de amigos y parejas descartables y la caridad ajena. Diablos, si apenas comía por esos días. Gundula estaría ahora trabajando, pero volveria y querría una explicación.
Se tiró sobre los tablones del piso agarrándose la cabeza. Sus dedos se deslizaron rápida y hábilmente hasta el atado de cigarrillos, tirado en el mismo rincón de siempre y se levantó para encenderlo con la llama del piloto del calefón. Ni siquiera para fósforos tenía.

Fue después de la segunda pitada que los vio. Sentados en el apolillado sillón de tres cuerpos donde generalmente dormía la siesta vio dos figuras humanas; primero creyó que eran agentes del gobierno para desalojarlos, pero después vio que eran un hombre y una mujer., Jamás los había sentido entrar. Parecía que siempre hubiesen estado ahí.

-Hola Clovis- dijo la mujer -Tenemos que hablar contigo-
Clovis empezó a notar cosas más raras al hecho de la entrada silenciosa y rápida en el departamento. Ésta mujer no tenía pelo en ninguna parte de la cabeza. El hombre tampoco. Y además eran violentamente pálidos. No eran de piel blanca; eran atrozmente pálidos, como si estuviesen tallados en yeso. 
-¿Quienes diablos son ustedes y qué hacen en mi casa?- preguntó, sacudiendo los calzoncillos de bronca. Tenía poca dignidad pero la irrupción en su pequeño nido de tranquilidad era la gota que rebalsaba el vaso.
-No tenemos mucho tiempo para explicaciones- dijo la mujer en un tono extrañamente amable -Así que iré directamente al grano. Tu, que te haces llamar Clovis Pem, eres una anomalía genética y te hemos venido a proponer un trabajo-
-¿Un qué?- preguntó sin salirse de su sorpresa -¿Están inyectados o qué?-
-Venimos del siglo XXIII, si eso te sirve de referencia para algo. Clovis, escucha- dijo la mujer vestida parcamente de negro -No podemos estar mucho tiempo en esta línea temporal. Nuestro código genético no lo toleraría. Hay cosas que necesitás saber y que son importantes. Nadie te va a hacer daño ni tampoco te vamos a hacer una amenaza de ningún tipo-

Para este punto Clovis ya empezaba a pensar que estaba alucinando. Los garbanzos en mal estado, alguna cosa rara con la que estuviera cortada la heroína de ayer... no podía saberlo. Pero recordó lo que su viejo amigo, Jagger, le había dicho hacía tiempo: si alguna vez tenés un mal viaje, sentate y respirá hondo. Eventualmente esas cosas pasan solas.
Así que se sentó y escuchó a los dos viajeros del tiempo.

-En nuestra era, en nuestro tiempo, existe un virus- dijo el hombre de voz más mecánica y dura que la mujer -Un virus atroz que no nos permite hacer demasiado-
-Vivimos en ambientes asépticos todo el tiempo para evitar la penetración. Lamentablemente es una plaga que ha diezmado la tierra en poquísimo tiempo. Nuestros aparatos nos han dicho que la única configuración genética-neuronal capaz de resolver el enigma de este virus y salvaguardar a la humanidad de una segura extinción eres tú. Tu eres el único que tiene una cabeza con las bases para resolverlo y aniquilar al virus.- dijo la mujer esforzando una sonrisa.
-Pero un momento, a ver si los entiendo - dijo Clovis haciendo un ademán -¿Ustedes dicen que yo soy el único que puede salvar al mundo de una enfermedad?-
-Exacto- respondió secamente el hombre.
-Entonces son definitivamente alucionaciones- dijo Clovis riéndose por lo bajo -Soy un pintor, muchachos. Y uno muy malo, he de decir-
-Tu vocación no tiene absolutamente nada que ver con lo que fuiste fabricado para hacer- dijo el hombre con un tono cada vez más frío.
-En nuestra era las vocaciones son un vicio inútil - dijo la mujer con una sonrisa sinceramente siniestra -Uno puede tenerlas o no, pero eso ya pasa por el lado del hobby. Cada uno de nosotros tiene, desde el nacimiento, una predisposición o un potencial genético configurado en el azar del cigoto para una determinada tarea. La Sinapsis Artificial determina para qué sirve cada uno y listo. -
-¿La Sinaqué?-
-Sinápsis Artificial- dijo con voz queda el hombre -Es lo más parecido a un Dios o un Estado que hemos encontrado como raza.-
-Y esta... Sinanosequécosa de ustedes... es la que les dijo que vengan aquí y me digan esto. ¿Verdad?-
-No podemos obligar a una persona de otra línea temporal a nada- dijo la mujer, esta vez frunciendo levemente el ceño -Cuestiones de física y relatividad que no vienen al caso. Lo verdaderamente importante es que decidas antes que nos vayamos-
-¿Decidir qué?-
-Si vienes con nosotros o sigues con tu vida regular-
-Están en pedo- dijo Clovis -Aún si fueran reales, par de alucinaciones, ¿Qué clase de futuro me narran? Un lugar aniquilado por un virus, con gente fría sin pelo que obedece una Sinanosequé que es como un Presidente o un Dios... ¡ Y donde las vocaciones son algo que extirpan, como un apéndice!-
-Analogía algo vaga pero válida- dijo la mujer -De todas maneras Clovis, estamos hablando del futuro de la raza humana. Así como las cosas cambiaron hasta donde nosotros estamos pueden volver a cambiar. Puede haber pintores de vuelta... pero nunca lo sabremos si dejamos de existir-
Clovis frunció el ceño con furia, tomó la lata vacía de garbanzos y se la lanzó a la mujer. La lata la golpeó en el medio de la cara y ella cayó, sin siquiera una queja.
-Su futuro, no el mío. Métanse por el culo su virus. Algo habrán hecho para merecerlo-

El hombretón de negro ayudó a la mujer a levantarse y simplemente dijo un "vámonos". De un momento a otro, sin ruido ni tan siquiera una señal, dejaron de estar ahí.

Clovis caminó hasta el sillón y lo tocó. Tocó la lata de arvejas y la arrojó por la ventana con ira. Había sido un muy mal viaje. Especialmente porque todo había parecido demasiado real y esa pequeña, diminuta duda, comenzaba a fisurarle la psiquis de a poco, y probablemente lo haría el resto de su vida.

Apagó su cigarrillo contra el sillón y tomó un lienzo en blanco. Ahora tocaba retratar ese mal viaje y pagar el alquiler.



Los dos temponautas regresaron a su punto de partida. En el punto emisor los esperaba la autoridad, su oficial evaluador; los habían enviado con la misma esperanza que los enviaban siempre a todos los reclutas de la Sinápsis.
-¿Resultado?- preguntó el oficial evaluador.
-Nulo- dijo la mujer -No pudimos quedarnos mucho más y no parecía dispuesto a cambiar de opinión-
-Ya veo- dijo el oficial, examinando el reporte -Si, no ha cambiado nada. Clovis Pem murió a los treinta y siete años, en la pobreza y de neumonía, pasó totalmente desapercibido para su generación. Han fracasado-
El oficial hizo un ademán y los reclutas se desvanecieron en un estallido de luz. Otro oficial apareció a su lado y preguntó, a su vez:
-¿Resultados?-
-Tenemos un progreso lento- dijo el primer oficial -Esta vez, Clovis dejó un cuadro más. Nuestras redes están analizándolo, buscando patrones para ver si coincide de alguna manera con la biogeometría del virus-
-Perfecto. Algo han sonsacado de esos viajes temporales-
-Es inútil intentar traerlo hasta aquí- dijo el primer oficial, alzándose de hombros -Jamás comprendería su papel. Lo mejor que podemos hacer es estimularlo con reclutas descartables hasta dar en la pieza correcta-
-Exacto- dijo el segundo oficial, mirando hacia el horizonte plomizo -Después de todo, la Sinápsis Artificial no se equivoca nunca-

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